miércoles, 14 de noviembre de 2007

En Colombia un país democrático existe miles de niños trabajando en las calles Bogotanas por una unas cuantas monedas…



Colombia ha sido caracterizada por ser un Estado social de derecho. Si es así ¿no creen ustedes que no debería existir ni un solo niño trabajando en las calles bogotanas? Ante la necesidad de poder sobrevivir en esta ciudad donde predomina la pobreza y la miseria, según un análisis del tercer informe sobre la situación de los Derechos Humanos en Colombia, aproximadamente existen 2.4 millones de niños entre 12 y 17 años que no están escolarizados. Estos menores de edad que trabajan suman cerca de dos millones. Y el 90% de ellos desempeñan actividades riesgosas en las calles.

Los peligros a los que están expuestos estos niños son tanto el abuso físico como moral. Estos con el paso del tiempo suelen dejar secuelas, como por ejemplo altos impactos psicológicos de los cuales muchos de ellos son irreversibles; y en su mayoría poco favorables para el desarrollo integral de estos niños como seres humanos y como futuros ciudadanos. Es de esta forma como los niños trabajadores en Bogotá dejan de vivir su infancia: de jugar, soñar y sonreír, simplemente para salir a las calles a trabajar en busca de un poco de dinero y alimento, con el fin de satisfacer las mínimas necesidades de supervivencia.
Razones por las que se presenta el trabajo infantil
Según la Organización Internacional del Trabajo (O.I.T), en primer lugar es por la extrema pobreza, la cual evita que los niños disfruten de sus derechos y tengan la obligación de salir a trabajar. En segundo lugar es por la explotación de adultos inescrupulosos que a obligan a sus hijos a trabajar para obtener beneficios económicos. Aspecto que se da según la Fundación Esperanza, porque en nuestra sociedad gunas personas consideran a los niños como objetos y no como sujetos con derechos.

En tercer lugar los factores culturales, entre ellos las costumbres e ideologías de algunas familias, principalmente de las zonas rurales del país, los cuales piensan y hacen pensar a sus hijos que el trabajo sirve para salir adelante, restándole importancia a la educación. Los factores económicos, los cuales se derivan de la inequidad social, la falta de oportunidades y los intereses económicos.
Los factores sociales como: la maternidad, el desempleo y la aceptación de los ciudadanos que usan y compran los dulces o productos que involucran el trabajo infantil. Por último otros factores están asociados al sistema educativo, donde por costos o falta de cupos los niños no pueden estudiar, ya que en algunas zonas marginales del país el Estado no hace presencia para cubrir dichas necesidades en el sistema educativo.

¿Y qué hace el Estado?
La Organización Internacional del Trabajo, en conjunto con el UNICEF, IBF, Ministerio de protección social, Dabs, Ministerio de Salud, entre otras entidades han realizado tres planes enfocados a la Prevención y Erradicación del trabajo infantil, en este momento está finalizando el tercero. El cual consiste en concientizar a la sociedad para que los niños no salgan a trabajar a las calles.
En general estos programas buscan motivar a los niños para cambiar patrones culturales y convencerlos que la vida les brinda otras oportunidades, para que de esta manera los menores trabajadores no pierdan todos sus sueños y añoranzas. Los esfuerzos que hace el Estado no son suficientes, ya que según una investigación de la Universidad del Rosario sobre el “Trabajo Infantil en las calles de Bogotá”, el Estado no hace presencia en las zonas rurales las cuales son las más afectadas y menos favorecidas. Es de esta forma como a pesar de que Colombia cuenta con un marco jurídico solido y completo que protege los derechos de los niños (Código del menor), en la realidad estas normas no se ponen en práctica.
La voz de los expertos
Lida Mora, egresada del Colegio Mayor de Cundinamarca, trabajadora social de la Organización Internacional del Trabajo, afirma que los imaginarios de vida de los niños frente al trabajo no son los mismos para todos, puesto que cada niño lo asume de maneras distintas y de acuerdo a su mentalidad. En la mayoría de los casos los niños tienden a ser retraídos, con autoestima baja, inseguros y le temen a la idea de asumir retos distintos a los relacionados con el trabajo infantil. La proyección de vida de estos niños es mínima.

Por otro lado Oscar Iván Suárez Moreno, psicólogo egresado de la Universidad Javeriana, afirma que el impacto para un menor trabajador es psicosocial, el cual genera una moratoria social en donde es muy difícil que un niño establezca un proyecto de vida porque su contexto no se lo permite. Por lo general los sueños de estos niños se ven deteriorados provocando que en algunos casos tengan comportamientos agresivos y groseros, debido a las circunstancias de vida por las que tienen que pasar como por ejemplo soportar el frio de la noche y estar deambulando por las calles desamparados.

Estos niños trabajadores tienden a tener una noción del dinero muy reducida, puesto que el dinero que reciben por su trabajo es mínimo, o en algunos casos las ganancias son escasas respecto a las necesidades que tienen sus familias. En algunos hogares el empleo infantil aporta hasta un 20% del ingreso familiar.

Injusticia Social

Es injustificable que los menores de edad, sea por las razones que sea tengan que trabajar en un país que suele llamarse democrático. El trabajo infantil inevitablemente ocasiona una plena desigualdad e inequidad social. Entre los derechos más frecuentes que se les vulnera a los niños trabajadores están según la Fundación Esperanza: el derecho a la educación, lo que representa que estén en desventaja frente a los demás niños que culminan la escuela.
El derecho a la recreación y cultura que les impide desarrollar plenamente su infancia. “La codicia y la maldad, no la pobreza, son la causas del crecimiento del trabajo infantil. No existe ni una sola razón económica que justifique. El que los niños trabajen como bestias no le conviene a ningún país, si no a individuos desalmados”. Jorge Gómez Barata (especial para ARGENPRESS.info).

A la gran mayoría de las personas, por no generalizar, no les interesa estos niños, simplemente porque es una realidad a la que algunos no les ha tocado vivir. Y los que supuestamente tratan de ayudar comprando los productos de los niños no son conscientes que lo que están haciendo es apoyando, legitimando e incrementando a un más el trabajo infantil. La sociedad debe empezar a despertar, abrir los ojos y no hacerse la ciega ante la realidad social que afecta a más de un niños en este país con el trabajo infantil.


Imágenes tomadas de:

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Por: Yuri Algeciras.



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