miércoles, 14 de noviembre de 2007

LOS NIÑOS VICTIMAS DEL CONFLICTO ARMADO DE COLOMBIA


El impacto del conflicto armado colombiano sobre la infancia, ha adquirido tal dimensión que es posible llegar a afirmar que cientos de niños y niñas, desde hace más de tres décadas, son las principales victimas de los enfrentamientos bélicos entre los grupos armados. Dentro de la problemática de la niñez en el conflicto, es decir, de los más de seis mil niños y niñas, que hacen parte de las filas de combatientes. Los dos tipos básicos de ingreso a los grupos armados; son el voluntario, y el obligatorio o forzado.

Entre los factores que influyen para que el menor sea vinculado al conflicto se encuentran; el medio social, las condiciones socioeconómicas en las que vive, la historia de su región y la violencia. La estructura familiar de estos niños generalmente se encuentra fragmentada y sus integrantes suelen ser un gran número de personas; lo que representa en muchas ocasiones la ausencia de recursos económicos en algunos casos, y en otros, la extrema pobreza.

El deseo de muchos de los menores por ayudar a sus familias y de obtener poder, y con ello los recursos suficientes para salir de su estado actual, ha llevado a que, o los menores tomen la decisión de vincularse, o en el peor de los casos, sus familias los guíen a ello. Símbolos ideológicos como el uniforme o las mismas armas, los conducen a querer llegar a altos lugares dentro de la jerarquía que manejan estos grupos.

El reclutamiento es muy utilizado en los casos de vinculación al conflicto, ya que cuando no es con amenazas, retención forzosa o engaños, el menor decide hacerlo por su propia voluntad. Los menores de edad reclutados trabajan en el procesamiento de la coca, como guardias de campamento, mensajeros entre cambuches, y las mujeres se desempeñan en trabajos domésticos y como acompañantes sexuales de los guerrilleros. Entre 1995 y 1999, más de un millón de personas fueron desplazadas forzosamente por la guerra. De ellas el 65%, eran niños y jóvenes. Una estimación de 4.500.000 niños en Colombia con edades comprendidas entre los 4 y 12 años son abusados física, moral y psicológicamente.

RETOS DE LOS NIÑOS DESMOVILZADOS

La desmovilización no es ni más ni menos que la ruptura de las ataduras, de la unión o de la articulación existente entre los niños, adolescente y el grupo armado irregular al cual pertenecen. La desvinculación se presenta primero, porque las expectativas que los llevaron a ingresar a las filas de los grupos armados no fueron lo que esperaban, segundo, porque los mismos grupos los entregan a las autoridades estatales; y tercero, porque fueron “capturados por organismos de seguridad del Estado”.

Uno de los grandes problemas de la desvinculación, se relaciona con los retos psicosociales que deben afrontar los niños que se desvinculan de la guerra. Generalmente estos niños terminan siendo violentos por el resto de sus vidas. Los retos que deben superar los niños desmovilizados no sólo son generados por la guerra, sino por su historia personal y familiar, así como por su condición económica y social. De esto modo, el abandono afectivo que poseen los niños combatientes, su carencia de formación educativa y laboral, y de relaciones afectivas sólidas que promuevan el paso a la vida civil, hace que los costos emocionales de la desvinculación sean mucho más altos para los niños que para los adultos.


Luego de 35 años de confrontaciones armadas en nuestro país, hemos entendido que la situación de los niños y las niñas en este conflicto, es la de objetos y no sujetos de la guerra. El Estado en su calidad de organismo, que se supone, trabaja en pro de la sociedad civil, debería proveer la suficiente ayuda y atención a los menores desvinculados y desplazados, quienes finalmente solo han sido victimas de malas decisiones, malos gobiernos, luchas de clases, perdida de una verdadera ideología y de una verdadera revolución.


Imágenes tomadas:

www.elcorreo.eu.org/esp/IMG/bmp/doc-404.bmp
www.mediosparalapaz.org/imagenes/ninos_y_conf...
www.amnesty.org/.../cotedivoire/CIV_apr05.jpg

Por: Catherine Peña


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